Cuando Lola tenía 16 años pasó por uno de los momentos más felices de su vida. Su sensación de ser parte del mundo era tan fresca cada día, que podía sentirse parte del mundo sin necesidad de cuestionarse absolutamente nada.
Las amigas de Lola eran casi todas del instituto, pero había una que no pertenecía a ese grupo. Se llamaba Yolanda. Yolanda era un poco bruta, dejada y animal - para qué nos vamos a engañar-. También tenía un fondo locuelo, alegre y dicharachero, y un gran corazón.
Yolanda no tenía muchas amigas y a Lola le encantaba pasar el rato con ella porque era distinta al resto de sus amigas del instituto.
Una tarde de mayo, Yolanda llamó a Lola y quedaron que a las tres pasaría a por ella con el Vespino de color azul celeste metalizado e irían a dar una vuelta por ahí a fundirse las 200 pesetas de gasolina que le había puesto al depósito.
Iban sin ton ni son. Simplemente quemando la gasolina y disfrutando del paseo. A la media hora ya estaban recorriendo la carretera que había frente a la playa y Yolanda le comentó a Lola de parar allí y dar un paseo por la playa del Gurugú. Hacía un sol espectacular. La olas rompían en la orilla por propio desvanecimiento. Era casi una tarde de verano.
Y así fue. Yolanda se quitó parte de la ropa quedándose en paños menores. Para Lola todavía hacía frío para meterse en el mar. Mientras Yolanda tomaba el baño, Lola dibujaba corazones y flechas en la arena cuando de repente oyó su nombre desde el agua y al alzar la vista vio algo que nunca se imaginó que podría llegar a ver.
Yolanda agarraba un cagallón con la mano derecha y alzaba el brazo zarandeándolo de lado a lado a la altura de su cabeza toda sonriente mientras gritaba '¡Mira!! ¡Mira!!!'.
Lola pensó primero, '¡Coño!' y acto seguido, '¡Se ha encontrado una mierda en el agua! ¡Qué asco!'.
Siguió pensando, '¿Por qué sonríe?'......y en una décima de segundo se dio cuenta. La mierda no era una mierda que flotaba. No. Era su mierda.
Desde aquel momento Lola dejó de ver a Yolanda con los mismos ojos.
Los años han pasado y Lola y Yolanda no se han vuelto a ver. Yolanda es madre de tres niños y está felizmente casada. Lola tiene un trauma: no soporta oír la palabra 'caca'.
mareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!! espero que sea imaginacion de la buena sino...
ResponderEliminarNo....es cierto....:-)))....normalmente mis historias con inventadas y llevan mucho de mí...pero ésta es real...ahora, ella no se llamaba Yolanda...jajaja
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