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viernes, marzo 25

El taburete de Lola

Hay cosas que no se pueden tirar a la basura y una de ellas es un taburete. No. No se puede tirar. ¿Cómo puedes tirar un taburete?

Pues eso pensé yo. ¿Cómo? ¿Y qué hice cuando lo visualicé desde el asiento de mi coche mientras conducía a 30 km/h por una calle peatonal del centro llena de gente con abrigos caros? Pues parar el coche frente al contenedor de basura y bajarme toda vestida de negro, con tacones 'lejanos', melena alisada de peluquería y maquillada para una noche de fiesta, con posibilidad de castillo de fuegos final, para abrir mi maletero y cargar el taburete, monísimo de la muerte, que habían abandonado a su suerte junto a una bolsa de basura que no cabía dentro del contenedor, a la vez que medio mundo -esto es algo exagerado, pero queda bien- observaba a una bellísima mujer de negro, cogiendo un taburete mohoso de un contenedor y cargándolo en un Fiat Uno azul oscuro con matrícula del año de la Polca.Sí. Me lo llevé.

Llegaba tarde al restaurante donde me esperaba mi cita de esa noche. Y cuando llegué y aparqué vi un hombre alto, guapo, moreno, con barba recortada, ojos almendrados de color azul cielo tormenta, vestido todo él en sí mismo de Hugo Boss. La verdad es que estaba tan guapo que lo podían haber puesto dentro de una Boss Bottled y dejarlo expuesto toda la noche para que cualquier fémina caprichosa de ojear, pudiera contemplar a aquel especimen humano que tenía yo para mí solita aquella noche.

Era nuestro primer encuentro en persona. Nunca nos habíamos visto antes más que en foto y tampoco habíamos hablado nunca por teléfono, sólo chat. Todo a través de una página de contactos para singles. O sea, todo era nuevo para ambos. Pero mientras aparcaba frente a la terracita del restaurante italiano y veía la rosa roja que me dijo que llevaría en la solapa, una mujer alta y rubia se le acercó, le dio dos besos y se sentó en mi silla, en mi mesa reservada a mi nombre, con el chico de mi cita. ¡Qué veían mis ojos!

La ira femenina hizo acto de presencia y armándome de valor, salí de mi Fiat Uno, me acerqué con andares de 'mirame y no me toques que te fulmino con el rayo láser que soy capaz de sacar por los ojos como vea que me la vas a jugar' y poniendo mi mejor sonrisa mientras sólo dirigía mi mirada hacía a él, le dije 'Hola Paco, soy Lola'. Creo que hasta los dientes y los ojos me brillaron y todo, de lo grandes y postizos que estaban.

- Hey Lola, qué alegría conocerte. Mira, esta es otra chica del chat que conocí y con la que salí una temporada, pero ya no estamos juntos -dijo con voz relajada, pausada y creible.
- Sí, soy Carmen. Hola -interrumpió. No la miré.
- Vaya...¿y qué hace ella aquí? -le reproché con ternura y mirada angelical mientras por dentro hervía como una tetera eléctrica a punto de estallar.
- Pues me ha visto por casualidad y quería que le aclarase el por qué de nuestra ruptura -su mirada se tornó de auxilio- y ya le he explicado que hoy no es plan para hablar del tema porque había quedado contigo y tenía muchas ganas de conocerte.

Carmen no hacía intención de levantarse y la situación se estaba volviendo un tanto tensa, pero ¡a mi 'intensidades'!.
- ¡Camarero! -grité. Se acercó- Por favor ¿sería tan amable de traer una silla más para poder sentarme?
- Lo siento señorita, pero en este instante no nos queda ninguna silla libre.
- Bien, no se preocupe -mire a Paco y le puse la mano en el hombro- No te preocupes. Ahora vengo y solucionamos esto -me giré hacia Carmen- Te quedas a cenar con nosotros ¿no Carmen? -y antes de que pudiera contestar, ya estaba yo camino de mi maletero a por mi súper taburete del contenedor de basura más exclusivo de la ciudad.

Me senté con ellos. Paco flipaba de canto y Carmen me miraba desafiante. Con la ayuda de Paco, me puse de pié sobre el taburete con una copa y un tenedor haciendo pequeñas llamadas para que me atendiera todo el mundo y solté el siguiente discurso:
- Señoras y señores, perdonen por la interrupción, pero necesito su colaboración en un caso que podría afectarles a alguno o alguna de ustedes alguna vez en la vida. Esta señorita -señalé con el tenedor hacia su cabeza- no estaba invitada a la cena que tenía yo esta noche con el caballero. Él, que es un hombre educado, le ha pedido que se fuera antes de mi llegada y ella ha hecho caso omiso. ¿Serían ustedes tan amables de hacerle entender mediante toques de tenedor en sus copas que sobra de esta mesa por favor?
¡Y así fue! Todo el restaurante se puso de pie y le hizo el tenedorazo. Envuelta en un halo de vergüenza y ridiculez, se levantó de la que tenía que haber sido mi silla desde el principio y sin mirar a nadie a la cara se marchó.

Tengo que confesar que Paco se encandiló conmigo y hoy somos novios. Todavía conservamos el taburete. Lo restaruré y ahora es el taburete más bonito que podáis imaginar.

¡Ah! Carmen se metió a monja.





3 comentarios:

  1. Qué valiente, Lola. Yo no hubiera sido capaz de tintinear mi copa.

    La carmen una petarda.

    Un beso y una ola enormeeeeeeeeeeeeee.

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  2. jajajajjaaaaaa esa lola está locaaaaaaaa!!!!
    yo tampoco sería capaz, pero es mi heroinaaaaaaa!!!!!
    Se nota que eres hija de tu padre

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  3. La Lolaaa, la lolaaaa, el co...de la lolaaaaa.

    Bien por la Lola.

    (Aclaración para los que estén pensando que el co..es un nombre de un animal. La frase es el copazo de la lola, por el tintineo con ella. :D)

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