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miércoles, septiembre 14

Se infiel, pero mira con quién

Era jueves y hacía fresco a pesar de ser agosto. En la playa del Gurugú no había casi gente. Estaba esperando a que Ana saliera del trabajo y se encontrara conmigo más tarde. La arena estaba fresquita. La verdad es que siendo casi las siete de la tarde era normal. A mano izquierda me quedaba el espigón con los pescadores de turno y a la derecha, metros y metros de arena fresca y un hombre solitario a 15 metros.

Fue aquello que haces un barrido visual y de repente ves algo en lo que ni te habías fijado. Pues básicamente fue así. Aunque me equivoqué. Él no estaba durante la media hora anterior a este último escaneo visual, pero mi mente se había quedado tan bloqueada por los pectorales del susodicho, que del subidón de adrenalina ya no podía pensar con claridad. ¿Y qué hace una mujer en un sitio cómo ese, con un tío cómo aquel? Pues hay dos opciones: una, pasar olímpicamente de acercarse y jugar a las miradas, aunque puede que si es miope no se entere, o dos, acercarse haciéndose la longuis con el libro y el pareo, y dejar que se caiga el libro delante de él mientras se desabrocha el pareo sin querer. Pero esta última sólo la hacen las locas.

¿Y qué hice yo? Pues la segunda ¡Es que estaba muy bueno! Había que probar.
Me repasé los labios con brillo, me peiné el pelo hacia un lado, me apretuje las tetas con ambas manos hacia la garganta y me fui para allá. Mientras me acercaba oía la banda sonora de Apocalipsis Now en mi cabeza. Yo misma me decía que aquello podía salir bien. Estaba convencida. Quedaban cinco metros para la caída del libro, la música seguía sonando. Tres metros, dos, uno...
- ¡Oh! ¡Qué tonta! Se me ha caído el libro -le dije sin mirarle a la cara.
- ¿Eh?...-dijo él sin tiempo a darse la vuelta. Estaba tumbado boca abajo leyendo, se giró un poco hacia sus pies, con los que yo supuestamente me había tropezado, e hizo ademán de pocos amigos.
- Disculpa... Iba leyendo distraída y no te he visto...Bueno, creí que estabas más lejos, pero debí torcerme al estar distraída con el libro -me temblaban los labios y él no hacía intención de girarse. Qué ridículo estaba haciendo por Dios. Tenía que salir de aquella situación lo más airosa posible.
- ¿Eh?... Pues fijate más tía -dijo despreocupado y con cara de asco. Me quería tirar de cabeza en la arena y nadar Tierra adentro hasta el núcleo y achicharrarme viva.

Y en ese momento ¡zas! Ana salió de su coche recién aparcado en el paseo y gritó mi nombre. ¡Me vino de perlas! Comencé a oír Carros de fuego y a sentir paz interior. Ella estaba bajando las escaleras y entonces gritó otro nombre:
- ¡Pedro! ¡Pedro! -pero ¿quién coño era Pedro y por qué gritaba su nombre? Ya la tenía casi enfrente cuando el susodicho con el que me había tropezado adrede se levantó y la saludó. ¿Ein? ¿Qué pasa aquí me dije? Y entonces Ana se plantó frente a los dos, nos saludó y dijo:
- Vaya, veo que ya os habéis conocido -y una sonrisa enorme se plantificó en su linda cara. Sus ojos brillaban y entonces entendí que aquello era una encerrona.- Pedro, esta es Lola. Lola, este es Pedro ¿Te acuerdas que te comenté que tenía un amigo que se acababa de separar y quería conocer gente? -dijo mientras se quitaba la camiseta. ¡Oh, llevaba el bikini que yo le dejé la semana anterior!- Pues hoy le he llamado y le he dicho que viniera para conocerte.
Pedro se giró hacia mí con una sonrisa socarrona en los labios y le explicó a Ana cómo había sido el encontronazo, porque evidentemente, no se podía llamar de otra forma. Y cuando ya estaba apunto de terminar su narración, soltó:
- ... Por un momento pensé que era una tarada de esas que vienen a la playa a ligar -y se echaron a reír los dos. Yo no le veía la gracia, la verdad. Entonces siguió.
- ... Pues sí que es guapa tu amiga, Ana. La verdad es que la describiste bien -dijo por esa boca mientras me repasaba de arriba a bajo babeando.
Y entonces, fue aquello de que te sientes como un trozo de carne con el que mercadean a sus anchas sin preguntar una mierda. No podía creer lo que me estaba pasando. ¿Tarada yo? Bueno, sí, pero eso sólo puedo decirlo yo y nadie más. Bueno, mis padres también. Pero me estoy desviando del tema.

- ¿A qué sí? Pues ella también está buscando gente para salir ¿Verdad Lola?
Ya no podía más. Quería empezar a contar hasta diez y esas cosas típicas que dice la gente que hace, pero creo que a mí no me hubiera funcionado, así que me levanté de la silla, los miré, primero a uno y luego al otro con cara de perro y dije:
- ¡ Mira guapo, antes que quedar contigo, me hago lesbiana y me tiro a tu ex que seguro que te dejó por insatisfecha! -grité mientras me giraba hacia Ana.- ¡ Y tú, bonita, a ver si me devuelves mi bikini de D&G que hace quince días que lo tienes y dejas de hacer de Celestina que tienes el gusto en el culo! ¡Julandrona!
Y así, toda encendida, les di la espalda y cuando comencé a caminar hacia la salida, un chico de la barra me guiñó el ojo. Me acerqué a él, le di un beso en los labios, le cogí por el brazo y nos marchamos juntos de allí.

En fin... A veces, no hay mal que por bien no venga, :-)

8 comentarios:

  1. Seguro que el chico de la barra tenía unos bonitos labios, porque si no, de qué besaríamos a un desconocido/a.
    La forma de dejar con un palmo de narices al chico y a tu amiga, es digna de alguien con las ideas bien claras, supongo que no siempre fuiste así...
    Lola Nolilolilo, no sé si es todo una invención tuya o solo el chico de la barra. ;-P

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  2. Pero no estaba bueno el churri de la playa? ¿Y a quién le amarga un dulce? .... jaja

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  3. jajajaja...son historias....sin más....
    ah, el churri de la playa estaba muy bueno, pero era gilipoyas...:-))))) y yo tengo mucho estilo para estar con un tipo así!!!!, jajajjajaa

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  4. Menuda historia la tuya,la proxima vez que te vayas a la playa me llevas contigo jejeje¡¡

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