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jueves, marzo 31

Lola y su día de furia

Ya llevaba tiempo levantándome por las mañanas pensando en que ir a la oficina me estaba desgastando la poca vida y energía que me quedaban, pero no imaginaba que hoy iba a reaccionar así.

Tras sonar el despertador, he hecho el pis de rigor. Luego me he visto el careto con los restos del lápiz de ojos color negro del día anterior y con medio flequillo tieso hacia arriba, y el otro medio ondulado y ahuecado hacia el lado contrario. Sólo me faltaba rascarme el culo como hacen los hombres cada mañana. Ya, para pegarse un tiro. Y no diré qué pijama llevaba porque os desmayáis, que sino luego no cuela que soy glamourosa.


En fin, me he tomado el vaso de leche y los cereales y me oigo un ruido tipo estruendo en la puerta de casa. El vecino jubilado que ya estaba moviendo el contenedor de la basura y poniéndolo delante de mi ventana ¿Pues no habíamos quedado que en medio de las dos casas para no privilegiarse uno más que otro? Pues no. Y yo nunca le digo nada porque como es mayor......pero, qué coño, hoy he salido, con el pijama hortera, los pelos de bruja y la cara hecha un adefesio y delante de él he abierto el contenedor, he cogido dos bolsas de basura y mientras le gritaba por qué narices tenia que estar tocando los cojones a las 7 de la mañana con el contenedor de los huevos, le he desparramado las bolsas en su puerta. Después me he girado, lo he mirado fijamente mientras él estaba boquiabierto y flipado, y me he acercado a dos dedos de su cara y le he dicho en un tono bajito y amenazador 'Que sea la última vez que me tocas los cojones con el contenedor ¿me entiendes? A la próxima te pincho las ruedas o te quemo la casa ¿lo pillas?'. Y dejándolo allí, paralizado del susto, me he vuelto a casa.

De camino al despacho, la autovía iba a reventar. No cabíamos más vehículos y había retenciones. Avanzábamos 2 metros cada 30 segundos y cuando ya había pasado media hora retenida, por fin me llegaba el turno de salir de la rotonda, cuando se me ha colado una furgoneta pequeña de color blanco por el lado derecho sonriéndo y guiñando un ojo a modo de 'te jodes bonita' y el poli de turno me ha hecho seguir parada.


En cuanto me han dado paso, me he desviado por el camino que había tomado la furgoneta y a 300 metros delante mío estaba parado el primero en el semáforo. He cogido y me he puesto delante de él, sobre el paso de peatones, medio cruzada con el coche. Me he bajado y le he dicho '¿Tú de qué vas, eh? ¿Te crees que puedes ir por la vida de listo y jodiendo al personal o qué?' y me ha soltado 'Tía....¿estás loca? ¡Apártate!'. ¡Uy, lo que me ha dicho! Tal cual soltaba eso por la boca, estaba abriendo mi maletero y sacando el bate de béisbol que llevo por si acaso algún día un gorrilla se quiere propasar en un aparcamiento, y tal como me acercaba el tipo me miraba incrédulo y gritándome '¡Loca! ¡Quita coño!'....y yo ' '¡¿Qué quita coño?!'. Y aún no había terminado de decir 'coño', ya tenía estampado el bate en la luna de la furgo y tras hacer eso, me he ido a su puerta para que no bajara y mientras hacía el intento de coger del asiento del acompañante el móvil o lo que fuera, le he roto la ventana y el retrovisor, y se ha asustado tanto que se ha echado hacia atrás pidiéndome que parara. Los ojos se me salían de la órbitas y le he dicho '¡Qué sea la última vez que vas de listo y más chuleando a una mujer ¿lo pillas?!...'


Así pues, tras el pequeño incidente, me he ido de nuevo hacia el trabajo, donde llevo sólo tres meses y donde me comporto siempre correcta y educadamente. Y allí la cosa no ha ido mejor.


Al llegar, ya no quedaba café en la máquina, mis compañeras estaban dándole al pico y no me dejaban trabajar y tenía que entrar a hablar con mi jefe para preguntarle por qué no me habían pagado las horas del mes pasado, cuando al resto de plantilla sí se las habían pagado.


Total que voy y me dice 'Lola, es que tú no cundes igual que los demás. Piensa que ellas, si hacen horas, es porque tienen saturación de trabajo y han de quedarse. Tú te quedas porque vas más lenta, eres nueva y te estás cogiendo'. ¡Ay lo que me ha dicho! ¡Ya lo que faltaba! Trabajar como una cabrona mientras el resto se pasa el día de corrillos y encima esto. Pero bueno, ¡qué coño ha desayunado hoy la peña! Y ahí me he dicho 'Lola, calma, calma...vuelve a tu sitio, pasa de él que ya has tenido bastante por hoy'.


Así que me he dado la vuelta y al volver a mi sitio la 'hardcore' -una a la que apodamos así porque es mala y borde- me suelta 'Lola, qué mal combinada vas hoy, hija, con esos zapatos verdes y la falda roja, pareces Heidi, jeje!' mientras se refugiaba entre las otras compañeras y sonreía mirando su vasito de café.


¿Y qué he hecho? Pues me he parado, he dado media vuelta, me he enfilado cara a ella y le he dicho 'Yo iré mal combinada, pero tú eres una vejestoria mal follada que no la quiere nadie y que está aquí porque se la chupa a los tres jefes de departamento, que lo sabe todo el mundo ¿vale?'. Sí, ese ¿vale? final me ha quedado rollo la Esteban, pero es que ya no podía más.


Claro, mi jefe se ha enterado porque en la ofi se oye todo y ha salido '¡Lola, a mi despacho ya!'. Ale, al despacho otra vez.


- Entra y siéntate -me ha dicho todo enfurecido y rojo como un tomate- ¿Tú te crees que puedes contestar a una compañera así? ¿Y más a una veterana que siempre está ayudando a todo el mundo y a ti más que a nadie desde que llegaste? Siempre que le pregunto por ti me dice que te cuesta cogerte,pero que no eres mala chica y ahora vas y le sueltas eso? Ve y pídele perdón.


- ¿Qué le pida qué? Mire -y levantándome y apoyando mis manos sobre su bonita mesa continuo- esa señora no da palo al agua. A mi me tiene de esclava todo el día haciendo su faena y la mía, por eso me toca quedarme más que a nadie y a usted le vende la burra de que soy lenta y que no me cojo. ¿Pues sabe qué le digo? - y tirándole todo lo que tenía encima de su mesa le suelto- Que le voy a ahorrar la faena y ahora si no quiere que a ella le duelan las rodillas ya nunca más, se sienta usted sobre su mesa y ella en su silla, que así se la podrá chupar mejor. -y mientras me miraba atónito, le remato- Y me voy. Ahí se queda. Busque a otra idiota que aguante a la jauría de esta mierda de oficina y de empresa.


Total, que saliendo del despacho estaban todas de pie en estado de shock, alucinando por lo que acababan de oír, así que me he acercado a la hardcore con mirada desafiante, le he cogido el café y se lo he tirado en la cara. Luego me he acercado a su mesa y le he tirado todos los papeles al suelo, me he girado y le he dicho: 'Al menos, ahora ya tienes excusa para hacer horas: recoger tu propia mierda del suelo'.


En fin.....esto le pasa a cualquiera ¿no?....:-)

martes, marzo 29

La soltería, la economía y los daños colaterales

Cuando se queda para tomar un café, la mayoría de las veces no es café, sino cerveza, refresco o algo más fuerte lo que se bebe. Raras veces es café, pero oye, para quedar, así tipo frase corta, va de lujo.


Anoche quedé con mi amiga Lucia para tomar un 'café' y cayó de todo menos café. La cosa era quedar y rajar para ponernos al día. Desde que tiene pareja, echa de menos la vida de soltera. Yo, como soy soltera, echo de menos la vida en pareja ¿Qué se le va a hacer? Siempre queremos lo que no tenemos.


No solemos criticar a nuestras amigas, sólo a sus parejas. Evidentemente, y nunca jamás, desearíamos que una amiga nuestra se liara con otro tío más bueno que el novio que tiene en ese momento, ni aunque el ligue fuera el Clooney clonao (Esto último también es mentira, pero oye, quedas bien si lo dices delante del novio cuando ella no está, :-))


La quedada era porque su novio tenía cena de trabajo y para no estar en casa sola llamó para salir a tomar algo, pero no en plan '¡Qué no me quedaré yo en casa mientras éste se va por ahí!'. No, eso una mujer con pareja nunca lo piensa, porque, claro, es feliz. Sólo sintió la necesidad de compartir esa noche con una amiga soltera para que fuera ella quien no se sitiera sola. Lo de volver a echar un ojo al macho-market sólo lo pueden estar pensando en este momento las mentes más retorcidas.


Quedamos en un pub nuevo, el Ivy. Lo inauguraron hacía un mes y ella no sabía ni de su existencia. Es lo que tiene cuando ya no sales tanto y te quedas más en casa para no gastar y pagar el alquiler, la letra del coche y todas esas cosas que se tienen en pareja. Al entrar al pub, una amable señorita nos condujo a nuestra mesa. Estaba en un rincón con muy buena visibilidad de cara a la barra, que era donde había más hombres. Me pedí un gintonic, corto de tónica y largo de ginebra y ella un clásico de los de toda la vida: vozca con limón. ¡Olé!. Acomodamos nuestras posaderas en aquellos sucedáneos entre sofá-sillón sesentero de escai blanco tapizado en forma romboidal y con botones más cómodos que la puñeta oye.


¿Y qué ocurre cuando se juntan una soltera y una casada? Pues que se sacan los pensamientos más jocosos de cuando las dos eran solteras. Así de simple. Y comienza una conversación, que tras tres gintonics y los mismos vozcas con limón, se representa de la siguiente manera:


- ¿Te acuerdas de Pedro? Aquel con el que me lié en Benicasim, en el pub Novechento y luego, no sé cómo, acabamos en la playa echando un polvo que lo flipas....¿Te acuerdas? -Le dije a Lucía.

- No,...¿Por?

- Porque me lo encontré el otro día nena y ¡puah!....está gordito y muy desmejorado...Con lo bueno que estaba joer...¿por qué se descuidan tanto los hombres cuando se casan? -dije como si la pregunta fuera a ir a debate...y fue.

- Mujer, -respondió Lucia- no sé si te has dado cuenta, pero yo tampoco estoy tan 'sífilis', como decía la madre de Ana ¿recuerdas? A mi el hecho de estar en pareja agusto me ha hecho comodona. No salgo ya tanto a correr, pueden pasar tres meses sin depilarme porque a él le da igual, le gusto aunque me pasee por toda la casa sólo con bragas de abuela y calcetines hasta la rodilla. Las limpiezas de cutis y las manicuras, pedicuras y todos aquellos cuidados, han pasado a la historia. Ahora siempre me acuesto con el mismo hombre, cosa que está bien, porque ya sabe donde tocar para que la cosa se ponga en marcha, pero cierto es que el calentón del principio y la llama se apagan, pasando de un enamoramiento loco a un amor equilibrado.

- Vaya, no me lo recuerdes -le dije-. Piensa que yo ya viví lo mío y aunque estar soltera no es estable, sí es funcional. Desde luego, me gasto una pasta en depilaciones, manicuras y todo lo que comentabas. Siempre voy maquillada, el pelo bien planchado. Mi ropa interior es nueva y de encaje en cada cita, nada de braguitas de algodón. Voy a la última. Los hombres se me comen con los ojos y me acuesto con quien me da la gana siempre que me apetece.Tiene su morbo andar picoteando de aquí y de allá sin deber explicaciones, aunque no todos saben follar como dios manda...¡Me encuentro con cada uno!, jajaja... Pero vaya, ser soltera es económicamente más caro que estar en pareja. ¡Ojú, qué nunca me lo había planteado esto así, niña!, jajajaja....Tendré que buscarme uno fijo, pero con pasta, jajajaja....

- Jajaja -Lucía rió y continuó diciendo- Mujer, yo tengo una ventaja sobre ti, y es que al menos a mí, aún rellenita, sin depilar y con el pelo por teñir, me quieren, y cuando llego a casa tengo quien me abrace y me escuche. Todo no es el sexo loco de una noche y el morbazo -me guiñó un ojo levantando la copa y brindamos.

- ¿Ves? -dije tras el trago- Eso es verdad... Yo follo mucho, no me quiere nadie y ¡me gasto mucha pasta en arreglarme!. En cambio tú follas menos, es con amor y ahorras.


De golpe, nos entró una risa a las dos que tuvimos que dejar los vasos sobre la mesa y buscar unos pañuelos de papel para secarnos los lagrimones. Mientras tanto, un hombre se acercó a saludarme y en cuanto preguntó si podía sentarse a mi lado, agarré a Lucía del cuello, le di un morreo y le dije 'Lo siento, esta noche ya tengo pareja'. Y se fue. Nos reímos de nuevo, nos terminamos las copas y cada una a su casa.


Desde entonces, Lucía me llama con más frecuencia.....:-)


viernes, marzo 25

El taburete de Lola

Hay cosas que no se pueden tirar a la basura y una de ellas es un taburete. No. No se puede tirar. ¿Cómo puedes tirar un taburete?

Pues eso pensé yo. ¿Cómo? ¿Y qué hice cuando lo visualicé desde el asiento de mi coche mientras conducía a 30 km/h por una calle peatonal del centro llena de gente con abrigos caros? Pues parar el coche frente al contenedor de basura y bajarme toda vestida de negro, con tacones 'lejanos', melena alisada de peluquería y maquillada para una noche de fiesta, con posibilidad de castillo de fuegos final, para abrir mi maletero y cargar el taburete, monísimo de la muerte, que habían abandonado a su suerte junto a una bolsa de basura que no cabía dentro del contenedor, a la vez que medio mundo -esto es algo exagerado, pero queda bien- observaba a una bellísima mujer de negro, cogiendo un taburete mohoso de un contenedor y cargándolo en un Fiat Uno azul oscuro con matrícula del año de la Polca.Sí. Me lo llevé.

Llegaba tarde al restaurante donde me esperaba mi cita de esa noche. Y cuando llegué y aparqué vi un hombre alto, guapo, moreno, con barba recortada, ojos almendrados de color azul cielo tormenta, vestido todo él en sí mismo de Hugo Boss. La verdad es que estaba tan guapo que lo podían haber puesto dentro de una Boss Bottled y dejarlo expuesto toda la noche para que cualquier fémina caprichosa de ojear, pudiera contemplar a aquel especimen humano que tenía yo para mí solita aquella noche.

Era nuestro primer encuentro en persona. Nunca nos habíamos visto antes más que en foto y tampoco habíamos hablado nunca por teléfono, sólo chat. Todo a través de una página de contactos para singles. O sea, todo era nuevo para ambos. Pero mientras aparcaba frente a la terracita del restaurante italiano y veía la rosa roja que me dijo que llevaría en la solapa, una mujer alta y rubia se le acercó, le dio dos besos y se sentó en mi silla, en mi mesa reservada a mi nombre, con el chico de mi cita. ¡Qué veían mis ojos!

La ira femenina hizo acto de presencia y armándome de valor, salí de mi Fiat Uno, me acerqué con andares de 'mirame y no me toques que te fulmino con el rayo láser que soy capaz de sacar por los ojos como vea que me la vas a jugar' y poniendo mi mejor sonrisa mientras sólo dirigía mi mirada hacía a él, le dije 'Hola Paco, soy Lola'. Creo que hasta los dientes y los ojos me brillaron y todo, de lo grandes y postizos que estaban.

- Hey Lola, qué alegría conocerte. Mira, esta es otra chica del chat que conocí y con la que salí una temporada, pero ya no estamos juntos -dijo con voz relajada, pausada y creible.
- Sí, soy Carmen. Hola -interrumpió. No la miré.
- Vaya...¿y qué hace ella aquí? -le reproché con ternura y mirada angelical mientras por dentro hervía como una tetera eléctrica a punto de estallar.
- Pues me ha visto por casualidad y quería que le aclarase el por qué de nuestra ruptura -su mirada se tornó de auxilio- y ya le he explicado que hoy no es plan para hablar del tema porque había quedado contigo y tenía muchas ganas de conocerte.

Carmen no hacía intención de levantarse y la situación se estaba volviendo un tanto tensa, pero ¡a mi 'intensidades'!.
- ¡Camarero! -grité. Se acercó- Por favor ¿sería tan amable de traer una silla más para poder sentarme?
- Lo siento señorita, pero en este instante no nos queda ninguna silla libre.
- Bien, no se preocupe -mire a Paco y le puse la mano en el hombro- No te preocupes. Ahora vengo y solucionamos esto -me giré hacia Carmen- Te quedas a cenar con nosotros ¿no Carmen? -y antes de que pudiera contestar, ya estaba yo camino de mi maletero a por mi súper taburete del contenedor de basura más exclusivo de la ciudad.

Me senté con ellos. Paco flipaba de canto y Carmen me miraba desafiante. Con la ayuda de Paco, me puse de pié sobre el taburete con una copa y un tenedor haciendo pequeñas llamadas para que me atendiera todo el mundo y solté el siguiente discurso:
- Señoras y señores, perdonen por la interrupción, pero necesito su colaboración en un caso que podría afectarles a alguno o alguna de ustedes alguna vez en la vida. Esta señorita -señalé con el tenedor hacia su cabeza- no estaba invitada a la cena que tenía yo esta noche con el caballero. Él, que es un hombre educado, le ha pedido que se fuera antes de mi llegada y ella ha hecho caso omiso. ¿Serían ustedes tan amables de hacerle entender mediante toques de tenedor en sus copas que sobra de esta mesa por favor?
¡Y así fue! Todo el restaurante se puso de pie y le hizo el tenedorazo. Envuelta en un halo de vergüenza y ridiculez, se levantó de la que tenía que haber sido mi silla desde el principio y sin mirar a nadie a la cara se marchó.

Tengo que confesar que Paco se encandiló conmigo y hoy somos novios. Todavía conservamos el taburete. Lo restaruré y ahora es el taburete más bonito que podáis imaginar.

¡Ah! Carmen se metió a monja.





jueves, marzo 3

Lola, el pulpo y el calamar

"Le pego a todo" me ha dicho. Y yo, loca me he quedado.

Siempre he pensado que las personas no están hechas para una sola cosa y que no todas vienen al mundo a lo mismo.

Unas pasan que ni las ves y otras las ves demasiado. Creías que unas eran así y resultaron asá. El peludo de la cera de enfrente te daba miedo, pero el que robaba el bocadillo a los niños en clase era tu hijo, sí, el del cole para cristianos, apostólicos y romanos.

Y es que no se puede juzgar, no se puede. Uno es como es y si no te gusta, no te juntes, y si no te queda otra que juntarte por cuestiones ajenas a ti pero de fuerza mayor, pues haces de tripas corazón o te vas, si puedes permitírtelo, claro.

Sé que es fácil decirlo, pero aplicárselo cuesta un rato largo. Ojalá cuando alguien te cae gordo y te hace la vida imposible, se pudiera razonar con él/ella y llegar a un consenso/acuerdo por el cual las dos partes se basaran en el respeto mutuo, pero muy pocas veces es así.

Y como ya me he desviado del tema, pues me vuelvo. 'Le pego a todo'. Le va el pulpo y el calamar y ¿por qué me lo cuenta? Pues no sé..... Aunque tengo una teoría: La teoría del Servicio al Cliente. Es decir, tengo cara de atención al público.

Voy a la peluquería y se me sienta un tipo al lado que también venía a cortarse el pelo. Coge una revista. La abre, la cierra. Mira por la ventana el pasillo del Cutre por donde pasan todos con el carro y baja la cabeza de nuevo. Abre la revista otra vez, pero por la parte de atrás. No lee, ni observa, ni mira, ni ojea. No hace nada porque su atención no está en la revista. Está en el reloj de la pelu. Son las tres y cuarto. Yo llegué antes, pero sólo para el flequillo y la peluquera muy amable, al ver la cara del chico mirando el reloj le dice 'no te preocupes que la chica sólo viene a cortarse el flequillo'. Efectivamente. Sólo y como soy así de simpática sonrío y le digo 'en cinco minutos estoy fuera' y ahí es cuando me mira, se le iluminan los ojos y me cuenta que tiene 44 años, que se divorció hace dos, que ahora está con alguien, pero que ha conocido a otra persona, que claro, que ella, que él.... y yo con cara de ¿ein?, y él que sigue. Es que claro, no quiero una relación estable ahora, y eso que mi hija ya tiene 23 años, pero claro le he dicho a mi madre que no sé qué hacer porque me gusta él, pero claro si se entera mi hija y bla, bla, bla.....hasta que acaba diciéndome que le pega a todo y que está pensando en cambiar de sexo, pero que lo de ir al psicólogo a contarle su vida a un desconocido ¡a santo de qué!...ni que él fuera por ahí contando su vida a cualquiera.

Y entonces me han llamado para cortarme el flequillo. Menos mal.