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jueves, julio 7

Soy un queso

Erase una vez una nevera ruidosa que no quería funcionar bien. La nevera, vieja ya como su dueña, no podía mantenerse en pie y por ello estaba sobre dos ladrillos de la construcción sisados por el dueño en la obra de atrás de la casa.

Dentro de la nevera vivían en permanente estado de vegetación, nunca mejor dicho, y en el cajón de las verduras, un Cogollo de lechuga, un Tomate y, ya momificado en la parte alta de la puerta, medio Limón. Después, en el estante intermedio, teníamos a la robusta lata de Cerveza de marca blanca y a un botellín de Bitter Kas, pero del logo antiguo. Y para acabar, en el estante más bajo, el que queda sobre el cajón de las verduras, estábamos el Jamón serrano mohoso y una servidora: cuarto de Queso de bola recubierto de cera roja.

No estábamos muy felices, la verdad. Hacía mucho que no venía nadie nuevo allí y en cuanto alguien llegaba que diera un poco el cante o que llamara la atención, no solía vivir mucho tiempo allí.

Los días eran muy largos. Estar a oscuras prácticamente todo el día y casi no ver la luz del sol, era harto asfixiante. La abuelita metía agua algunas veces, del grifo, claro, pero como les traían la comida hecha a ambos cada día, difícil era conocer a alguien nuevo.

Un día de verano trajeron una botella de dos litros de tinto de verano. La verdad es que estaba muy chulita ella allí en la puerta. Limón la miraba desde arriba y nos hacía señales a todos para que intentáramos abrir el tapón y así desventarla para que perdiera su gracia y su chulería, pero no pudimos. Esa misma noche, se la llevaron.

Ya en septiembre, allí seguíamos todos. Tras más de 6 meses, vino un cartón de Vino de mesa de los económicos y al entrar oímos cómo había más gente en la casa. Nos pegamos como pudimos al puerta de la nevera. Jamón le soplaba al oído a Cogollo y a Tomate lo que se decía afuera. Cerveza y Bitter comentaban lo escuchado con Limón y yo me estaba empezando a preocupar muchísimo después de oír que la dueña, anciana ella, era enviada a un geriátrico con el dueño. ¡Qué iba a ser de nosotros a partir de entonces!!!

Pasaron tres meses y se abrió la puerta de la casa. Nos pegamos como lapas a la puerta de la nevera. Venían a enseñar el piso. Dueña había fallecido y dueño ya no quería la casa con aquellos recuerdos. Dos días más tarde, vino dueño con familia y muchas cajas a recoger toda una vida. Vimos la esperanza de que alguien nos sacara de allí, pero se oyó la voz de la que debía ser la hija, en la que escuchamos cómo decía que los electrodomésticos se quedaban y que ya limpiarían los nuevos dueños la casa, tal y como se había pactado en la escritura esa misma mañana ante un notario.
Era nuestro fin. Vino sólo llevaba tres meses, pero ya estaba al corriente de todo. Tras haber vivido mucho tiempo en una barrica, haber sido zarandeado en camiones y supermercados, estaba muy triste y deprimido: quería suicidarse. Intentamos impedírselo, pero nos dijo que así, sin saber de nuevo dónde iría a parar, no quería vivir. Así que se dio un golpe en la cabeza y de la presión interna se le abrió la tapita y nos pidió que por favor nos lo bebiéramos hasta dejarle vacío.

Ese fue su último deseo. Nos despedimos de él y nos lo bebimos disfrutando de cada trago. Limón se emborrachó y bailó sobre el estante de los huevos. Cerveza y Bitter se abrazaron y se mezclaron con Vino hasta fundirse en una especie de cóctel molotov explosivo llenando de espuma y gas la nevera. Tomate y Cogollo se dieron un baño de vino para hidratarse tras tanta sequía y Jamón y yo nos dimos un bocado mutuamente para tener algo en el estómago y no coger un gran pedal.

Al día siguiente llegaron los nuevos inquilinos. Una parejita joven con ganas de redecorar el piso. Abrieron la nevera justo cuando a todos y cada uno de nosotros sólo nos quedaba un suspiro de vida. Nos miramos mutuamente, miramos hacia la luz y a partir de ahí sólo recuerdo que me vi sentada al lado de una mortadela italiana muy repintada, un grupo de macarrones y medio bote de tomate frito que me preguntó "¿Y tú por qué estás en la entrada al horno?

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