Me hacía una ilusión tremenda tener un negocio propio para no tener jefe nunca más. Tomé la decisión de irme de la oficina y aprender un oficio relacionado con el mundo de los números y así fue. Aprendi a troquelar números, a pintar números, a colgar números, a borrar números e incluso a hacer esculturas y cuadros con números y en forma de números.
Abrí mi tienda de números un 8 del 8 de 1988 y la llamé La tienda de los Ochos. Comencé a vender números para la gente. Algunos se los levaban puestos, otros se los comían, otros los querían para regalar o decorar....en definitiva el negocio ha ido muy bien.
Nunca soñé con ser mi propia jefa, pero ahora que lo soy me enorgullezco de serlo y de tener más tiempo libre. Ya no cuento los segundos, ni los minutos que me quedan para comer. Ni las horas que pierdo a la semana en ir y venir del trabajo. Tampoco me preocupa cuando voy a tener vacaciones y lo mejor de todo: tengo un gestor que me lleva los números.
¡Qué gracia eh!
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